La regla de oro de
las grandes religiones es el amor al prójimo. En el libro de Tobías el anciano
ciego, sintiendo cercana la muerte, dio preciosos consejos a su hijo. Entre
ellos se destaca: “No hagas a nadie lo que no te agrada a ti”. Norma fundamental
y obvia, pero tantas veces transgredida por egoísmo o inconsciencia.
“No tenemos, ni
queremos tener otros medios para vencerlos que el amor. Jamás emplearemos contra
ustedes la violencia. Por medio del amor, a ustedes, que son nuestros enemigos,
los convertiremos en amigos. A la capacidad de ustedes de hacernos sufrir,
opondremos la nuestra de soportar el sufrimiento. Póngannos en la cárcel, y los
seguiremos amando. Quemen nuestras cosechas, y los seguiremos amando.
Aterroricen a nuestros hijos, y los seguiremos amando. Envíennos gente que nos
apalee, y los seguiremos amando. Llegará un día en que se avergonzarán de su
propia violencia. En ese día nos darán libertad y lograrán la de ustedes, porque
se habrán librado del odio. En ese día se alcanzará una doble victoria”. Martin
Luther. King.
“En una humanidad
dividida por guerras y discordias, pidamos al Señor, que las luchas se apacigüen
y crezca el deseo de la paz, que los enemigos vuelvan a la amistad, que los
adversarios se den la mano y los pueblos busquen la unión, que el perdón venza
al odio y la indulgencia a la venganza”. La paz, recuerda, comienza con una
sonrisa.
P. Natalio
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