Sucedió con todos los Santos. Con todos sin excepción. Se enamoraron de Jesús. Por lo que dijo, por lo que hizo, por su modo de actuar y por lo que representa en la historia de la humanidad.
A primera vista suena poético, con el correr del tiempo, se comprende que ésto,significa más que besar crucifijos..inclinarse ante el Sagrario y ladear la cabeza rezando suavemente...
Enamorarse de Jesús, no es una aventura superficial.
ES LA ENTREGA DE SÍ MISMO, PARA LO QUE SEA Y LA ALEGRÍA SIEMPRE PLENA DEL QUE SABE EN QUIEN CREE, Y LO QUE ESPERA.
Nos referimos a un amor que devora y arde en nuestro corazón.Que nos dá coraje para dar a conocer a Jesús como lo conocemos y amamos.
Amar a Jesús es poder transparentarlo en el diario vivir. Cuando van de compras o hacen deportes, en la oficina o en la charla de café, los que aman a Jesús , revelan en sus actitudes ese amor, profundo y misterioso que han descubierto. Y en ese amor a Jesús, aman a los demás.
¿Cómo lo encontramos, cuando lo descubrimos?. Jesús siempre nos llama, cada mañana, en cada sonrisa, en ese saludo, en esa duda, en ese acontecimiento, que nos hace pensar:"qué suerte!" " qué casualidad!"
Él quiere que lo amemos como SOMOS Y CON VALENTÍA PARA CAMBIAR POR AMOR A ÉL.
Solo un gran amor justifica la vida, y cuando ese amor se llama Jesús, esa vida se eleva a cumbres de perfección.
Para ésto fuimos llamados. Para amarlo en el lugar en el que estamos, y si bien no es tarea fácil, tenemos la certeza de su compañía a nuestro lado. Cuando tenemos una experiencia de Dios, cuando dejamos que Él entre en el corazón y cada día somos un poco menos egoístas, sabiondos, soberbios; y crecemos en caridad, fe y esperanza, solo nos resta ser PERSEVERANTES.
Cuando descubras a Jesús, no podrás guardarlo solo para tí, lo tendrás que compartir y transmitir. Ya estás enamorado!
La oración, la lectura del Evangelio, los sacramentos, te ayudarán en ese camino. Y la alegría y la paz de tu corazón serán imposibles de ocultar!
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