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jueves, 31 de julio de 2008

Aceptar el propio hogar



Pocas son las personas que no pierden al menos un poco de su tiempo lamentando ser lo que no son. Esto tambien sucede en relacion al hogar y la familia. Los esposos que no estan contentos con sus esposas o viseversa. Los padres que no estan satisfechos con sus hijos, etc.

Si queremos que nuestro hogar triunfe deberiamos aceptar al otro tal cual es, tal cual se ha ido descubriendo en el correr del tiempo, dejar de acusarse mutuamente; superar el aparente fracaso debe ser la voluntad de ambos. Acaso renunciaríamos a construir nuestra casa porque el material enviado no es el encargado? ¿abandonaríamos a nuestro hijo porque no tiene el caracter que esperábamos?

Si nos casamos con un sueño, actuamos como adolescentes. No podemos acusar a nuestro esposo por no ser como lo habiamos imaginado.

Pero NO ES DEMASIADO TARDE PARA CASARSE, AL FIN, CON QUIEN COMPARTIMOS LA VIDA. SOLO ES PRECISO DECIDIRSE. No puede haber un matrimonio de tres: nuestro esposo, nosotras y nuestro sueño. Si queremos casarnos seriamente debemos divorciarnos del sueño. No podremos ser felices si seguimos soñando con un castillo.

Empecemos perdonando a nuestro esposo por no ser como lo habiamos imaginado.Y aceptemos por fin, en profundidad, la realidad del otro y del hogar. De NUESTRO HOGAR.

Empecemos a amarlos con un corazon completamente nuevo. Poseemos cualidades y defectos y debemos casarnos con todos ellos. Nos casamos con un ser vivo y no con una imagen fija.

Amar no es una eleccion para un momento sino para siempre.

Amar a un ser humano es siempre amar a un ser imperfecto. Si lo amamos en plenitud lo acompañaremos a crecer.

El Sacramento del matrimonio consagra nuestra unión y nos ayuda a realizarlo cada dia. En el corazón de nuestro hogar, solo Cristo podra librarnos del egoísmo y restituir el amor, pero, para entrar en nuestra casa, hoy como ayer, Él necesita un SI.